viernes, 20 de marzo de 2015

Las miradas limpias

...Y estáis ahí, abuelito del buen humor y la tolerancia y  abuelita trabajadora y bella, como si la pátina del tiempo os mantuviera vivos. Estáis, ¿dónde estáis?, en un paraíso amoroso de alguna dimensión aún no descubierta por los sabios, en nuestros corazones también. Oigo latir en mí una canción de ganchillo y gorriones, de fuego avivado siempre por un fuelle antiguo en la lumbre baja, de animales de labor, de oraciones desde el viejo reclinatorio, de la sorpresa por la llegada del hombre a la Luna, de la huerta y la vendimia y la recogida de las aceitunas, los tortetes, las risotadas abiertas que salían de una mirada inerme ante el mundo. Vuestra casa sigue siendo pequeña, con el doblado lleno de objetos del pasado y un baúl con libros, y de la misma manera colmada vuestra casa con todas nuestras cosas y con todas nuestras vidas. Sé que nos protegéis, protegednos siempre, decídselo a los seres inocentes de vuestro cielo.
Y estáis ahí, con vuestra placa que reconoció vuestro mérito como trabajadores del campo, por San Isidro, tan ancianitos y felices los dos. ¡Cuánto os debemos!.  ¡Muchísimas gracias, muchìsimo amor!...

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